HIRIE ZAMORA
CUADERNO DE HISTORIAS
Un proyecto de Mikel Hirie
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MARGA.
Me llamo Marga y vivo en el rascacielos EULZA, en el 14 F. Ya sabes, el edificio de 31 plantas junto a la calle Candelaria Ruiz del Árbol de Zamora, con vistas al Duero. Te cuento. Resulta que ayer me llego al buzón una carta impresa a ordenador, con sello postal incluido, a mi nombre y apellidos y con la dirección correcta y completa. ¿Tú que harías? La comparto contigo. “Hola Marga, soy uno de los 186 vecinos de tu edificio y quiero decirte que me gustas mucho y que me encantaría tomar un café o una caña contigo o un refresco contigo. Depende de ti. No quiero que esta carta te provoque miedo, solo me atrevo con ella a contarte que estoy enamorado de ti desde que llegasteis al edificio hace cuatro años por Navidad. Fantaseo contigo. Con presentarte a mi familia de Lugo, y que pasemos las vacaciones y los fines de semana juntos. Donde tú quieras. Eres preciosa. Nos imagino sentados en el sofá fucsia, viendo películas románticas, de aventuras o de miedo, las que tú quieras. Sueño con ir al cine, al teatro, al monte, a la playa, de conciertos, de compras. Donde tu quieras. Y todo lo demás. Te quiero. Te amo. Te deseo. Tu esposo es muy amable, parece muy buena persona, tus hijos, preciosos como tú”.
11 de octubre
Estaba en el Eulza café, el de mi calle, el de la calle Candelaria Ruíz del Árbol, de Zamora. Cerca del Duero. Agosto. Lunes 30. Once y 10 de la mañana. En el hilo musical, también por la televisión, Iván Ferreiro cantaba “El pensamiento circular”. En mi versión inventada de la letra y la melodía, la música retrataba la historia de nuestra reciente separación. Nos conocimos hace siete años, en las fiestas de San Pedro, 2014, en el concierto de Iván Ferreiro. El 27 de junio. Y durante 82 meses, viajes, Javier, nuestro hijo, y tantos ratos de alegría, de planes y de amor. “…promesas que no valen nada…”. Yo robé para nosotros el cartel de aquel concierto, y lo enmarqué, con ese marco de madera pintada de fucsia porque el fucsia siempre ha sido tu color. Y lo coloque en la cabecera de la que luego fue nuestra cama cada noche para que vigilará nuestros momentos mas íntimos, para que protegiese lo que éramos los dos, a modo de amuleto de la suerte, de momento mítico, de resumen envidiable de una relación perfecta, espejo mágico en el que mirarnos, hasta que elaboraste un pretexto para romper nuestro vínculo sagrado: “ahora ya no siento nada de aquello que nos unió”.
26 de setiembre.
Desde la ventana de la habitación se ve el Duero, el cimborrio de la catedral, las aceñas de Olivares, el puente de piedra, y a lo lejos el puente de hierro. Muy cerca de mi, el agua del rio. Son las 3,08 de la mañana, sábado a domingo, y estoy en la habitación 411 del hotel Ozoe Zamora, sólo, según sales del ascensor, la tercera a mano derecha. He pasado todo el día en las calles, y mi teléfono personal no ha sonado ni una vez durante todo el día, tampoco sonó ayer. El móvil del trabajo, apagado, ¡faltaría más!, estoy de vacaciones, cuatro días, después de lo sufrido durante la pandemia, un fin de semana libre. Llegué ayer desde Madrid en el tren , y no estoy bien. Oigo canciones en la radio musical, ahora, “Lobo Hombre en Paris”, en versión dance, electrónica. Aunque parezca que no es verdad, hay luna llena. Inspirado por la música y por la luna y por los otros efectos, cierro los ojos para imaginar que estoy en otro lugar… “En el Zupak club, en una de esas noches de verano del 86, con mis amigos, y Antonio y Tomás, agotados de fiesta, frenéticos y cansados, vitales, intensos, estirando las horas, divertidos, pletóricos, originales y únicos, infinitos, muy mágicos”.
23 de setiembre
Por la mañana me tomé un café con mi hermano Israel en el café Azar, luego hice las compras de pan, fruta y carne, y antes de subir al piso entré en la farmacia de mi calle (Arapiles). Por la tarde me pase por cinco agencias de viajes porque he empezado a organizar el viaje de novios. “Hola, buenas tardes, soy Toñi, tengo 42 años, y estoy planificando mi primer viaje de novios”. ¿Qué teneis para mi?”. En la primera agencia me propusieron una ruta por Argentina, muy completa, con la compañía de un chico mas joven que yo, Alejandro, filósofo, poeta, y muy buen conversador. Incluye cataratas y parque de Iguazú, Patagonia, y a Delta del Tigre. En la segunda agencia me propusieron un viaje a Estados Unidos, ruta 66, con la compañía de Keanu, muy aventurero, deportista y motero. Con dificultades para expresarse en español. En la tercera agencia me propusieron un viaje con Jorge Javier, “un amante único y excepcional”, por Oporto y el Algarve portugués. En la cuarta agencia me propusieron un viaje por china con Yun, exótico, místico y sensual , Shanghái, Hangzhou, Pekín, Datong-Yungang. En la quinta agencia me propusieron un viaje por Rusia con Misha, muy divertido, a escoger entre Moscu, San Petersburgo, transiberiano o anillo de oro. Las quiero todas, y no se por cual empezar.
19 de setiembre.
Llegamos en el tren y Juan fue a buscarnos a la estación. Un día de verano caluroso y soleado. Por la tarde. Viernes. Aparcamos cerca de su casa y subimos a su piso en la calle Candelaria Ruiz del Árbol. Sonia, su nueva novia, nos esperaba, amable, hospitalaria y muy alegre. No es como Julia, su novia anterior, cínica, celosa, insípida. No es como Paula, su novia anterior, narcisista, egocéntrica, caprichosa, insoportable. Tampoco como Rosa, su novia anterior, excéntrica, absurda, ridícula y vacia. Nos llevaron a nuestra habitación, junto a la suya, con vistas a la calle. Abrimos las maletas. Nos duchamos. Conversamos en el salón. Nos ofrecieron algo para merendar que Iván y yo rechazamos. Nos acercamos al supermercado de la calle porque querían comprar tomates para la ensalada. Sonia los subió al piso. Y nos acercamos al centro por el parque La Marina Española, Santa Clara, San Torcuato, Plaza Mayor, calle de los Herreros,… de cañas y pinchos. Sonia tiene 36 años, trabaja en la Junta, nació en Benavente, y estudió filología. Llevan seis meses juntos. Mi amigo Juan, es algo mas joven. Regresamos al piso a las dos de la mañana, amables, y muy alegres. Juan y Sonia tuvieron sexo porque lo escuchamos todo. A Iván no le gustó ser espectador involuntario. Y se enfadó. Y estuvo enfadado hasta que nos fuimos el domingo.
26 de agosto.
Tomamos algo en el café Alsiguiente, el de la Plaza Maestro Haedo 4 de Zamora, todo excelente, pero a la hora de pagar descubrí que había perdido mi tarjeta bancaria. “¡No jodas!” grito Gloria, mi mujer, y yo convencido de que había pagado con ella los pantalones verdes que llevaba en la bolsa, y que la había dejado dentro de la cartera en el bolsillo interior de mi anorak, granate. “La tendrás en algún bolsillo”, dijo Borja, mi hijo mayor, para tranquilizarme, pero rebusqué con intensidad en cada uno de ellos, y no. Raúl, mi hijo pequeño, despreocupado por la situación. Considerando que la compra de los vaqueros había sido a las 13,47 como indicaba el resguardo de mi tarjeta bancaria, y ya eran las 16,36, la llave de acceso a nuestra cuenta de euros llevaba más de dos horas y media fuera de control. Comentamos todos el recorrido realizado: Avenida de las Tres Cruces, calle Amargura, Plaza de Alemania, Plaza del Maestro, calle San Torcuato, Plaza de Sagasta, para girando por Santa Clara llegar hasta la Plaza del Maestro Haedo. Comenzaban a llegarme las taquicardias, más que nada porque es una tarjeta contactless, con un límite de gastos diario de 1000 euros. En menos de diez minutos, muy nervioso, llamé y cancelé la tarjeta objeto de nuestra preocupación, y me tranquilicé: ninguna operación descontrolada en las últimas tres horas. Hicimos la tarde, llegamos a casa, cenamos, tuvimos un rato de sofá y nos fuimos a dormir. Al día siguiente, jueves, procedí a estrenar mis pantalones vaqueros verdes nuevos. En el bolsillo derecho, estaba allí, la tarjeta bancaria que nunca perdí.
19 de agosto.
Nací el día 22, minutos después de que ellos cantasen el gordo de la lotería, me bautizaron el 23, el 24 Nochebuena, 25 Navidad y 26, San Esteban, el día de mi Santo. Por esta casualidad siempre pensé en los cinco días como si fueran mis fiestas personales. En el 85 yo cumplí 18 años y aun entonces seguía mi ruta de bautismo, comunión, confirmación y misas dominicales, y teníamos por costumbre ir los 5 días a misas, en la parroquia de mi nombre, la de nuestro barrio zamorano. Ya llevaba unos meses largos mas ocupado por tareas de vigilancia a feligresas que en atenciones a los detalles de los sermones, liturgias y cánticos. Ya desde iniciado diciembre, las tareas de exploración durante los ceremoniales se habían centrado en una chavalita morena, siempre muy tempranera, siempre sentada en los bancos anteriores, pero concluí que la pasión e intensidad con la que disfrutaba del evento religioso, no me convenía, la imagine entregada a la causa del amor divino y celestial, y estas cuestiones místicas y sacramentales ya no eran mi preferencia vital. Fue un diciembre confuso pero sólidamente comprometido en celebrar mis próximos 18 y las vacaciones navideñas, en las aventuras propias de esta edad. Siempre he sido muy afortunado en las elecciones, y te adelanto que acerté poniendo mis ojos en la blusa y en la falda de Enma porque aunque fue mas difícil la vigilancia, siempre llegaba tarde para colocarse en los bancos posteriores, mis sonrisas de seductor entrenado en el espejo funcionaron, y pudo ser. Al acabar la misa del 24, tuvimos nuestra primera conversación de tres minutos, y arrancaron mis vacaciones navideñas con ella.
3 de junio.
Se llaman Toni y Mabel. Viven en Zamora, en el edificio EULZA. Mabel es la propietaria de una pequeña peluquería en el edificio. Mar y Ángeles trabajan allí. Toni es profesor de instituto. Toni y Mabel tienen una casita en el pueblo, la heredaron de los padres de ella, hija única. No tienen hijos. Viven en el octavo D. Toni y Mabel son pareja desde siempre, clásica. Pero a Mabel a los 40 se le ha revuelto la vida entera, quizás la edad, quizás las hormonas, quizás los ictus, los cánceres, los accidentes mortales a gente próxima y querida. Quizás la infelicidad de la vida monótona y sin sobresaltos. Toni continúa entregado a las lecturas, la preparación de las clases, la corrección de exámenes, el doctorado, los documentales de ciencias, de letras, de historia, de arte. Mabel fantasea sexualmente con sus clientes, y también con los jóvenes, inventándose historias que no vivió. Toni es de rutinas, piscina, lectura de periódicos, regular y constante. Ella cocina, friega y plancha, de joven le gustaba bailar, cuando salía con sus amigas a las verbenas de los pueblos, a las discotecas, a los pubs. A Toni y Mabel se aproxima una huracán que derrumbará su convivencia. Y se acabaran las barbacoas en el corral del pueblo, y los pinchos morunos, al atardecer, con un corto, no más, en el lugar de costumbre, y mirar desde el balcón al puente del piedra y el discurrir de las aguas tranquilas del Duero hacia Portugal.