HIRIE SANTANDER

CUADERNO  DE HISTORIAS

Un proyecto de Mikel Hirie


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MARGA.

Me llamo Marga y vivo en el rascacielos EULZA, en el 14 F. Ya sabes, el edificio de 31 plantas junto a la plaza de las Estaciones de Santander. Te cuento. Resulta que ayer me llego al buzón una carta impresa a ordenador, con sello postal incluido, a mi nombre y apellidos y con la dirección correcta y completa. ¿Tú que harías? La comparto contigo. “Hola Marga, soy uno de los 186 vecinos de tu edificio y quiero decirte que me gustas mucho y que me encantaría tomar un café o una caña contigo o un refresco contigo. Depende de ti. No quiero que esta carta te provoque miedo, solo me atrevo con ella a contarte que estoy enamorado de ti desde que llegasteis al edificio hace cuatro años por Navidad. Fantaseo contigo. Con presentarte a mi familia de Lugo, y que pasemos las vacaciones y los fines de semana juntos. Donde tú quieras. Eres preciosa. Nos imagino sentados en el sofá fucsia, viendo películas románticas, de aventuras o de miedo, las que tú quieras. Sueño con ir al cine, al teatro, al monte, a la playa, de conciertos, de compras. Donde tu quieras. Y todo lo demás. Te quiero. Te amo. Te deseo. Tu esposo es muy amable, parece muy buena persona, tus hijos, preciosos como tú”.


8 de diciembre.

¡Ostias Esther! Subí a su apartamento ayer, edificio Unzue, AP-C42, en el paseo Menéndez Pelayo. Piso 42. Desde su terraza se ve la bahía de Santander. Comimos allí. Cinco habitaciones, dos baños, un salón gigante. ¡Y la cocina! Ella ahora es socia de Nukleo 7. Me estuvo contando algunas cosas, en confianza, y me sentí bastante estúpido porque mi mundo es un universo limitado de relaciones personales y profesionales que no dan mas de sí. Me sorprendió su sinceridad y la complicidad, a fin de cuentas yo solo soy un tipo al que conoció hace tres meses en el Zupak club de la plaza, de madrugada y por casualidad, en estado sobrio, sereno, sensato, que hemos quedado ocho veces para tomar algo, ir al cine, al teatro, de compras, pasear, sin intenciones ni sucesos sexuales ni románticos. Solo somos dos personas que nacieron en el 66 del siglo pasado, ella empresaria y yo policía municipal, los dos solteros y bastante aburridos de las vidas que llevamos. Reconozco que estoy expectante, a la espera de la novedad o la sorpresa que aclare, para aproximarnos o distanciarnos, quizás huir. A fin de cuentas somos en apariencia dos personas adultas y maduras, inteligentes y equilibradas, solventes y atractivas, que compartimos soledad y tristeza.


11 de noviembre.

Reunidos en Santander, en la cafetería del hotel Ozoe,  Jose Luis Ruiz Gutiérrez y Ana Belén Pérez Sanz, el 11.11.2021, acordamos y reflejamos por escrito en este documento, las cuestiones que se detallan para que consten ahora, y en los próximos meses. Primero: que Jose Luis Ruiz Gutiérrez y Ana Belén Pérez Sanz, mantienen una relación de noviazgo desde el pasado 03.05.2019. Segundo: que por diversas circunstancias que Jose Luis Ruiz Gutiérrez y Ana Belén Pérez Sanz prefieren no detallar en este documento, determinan conveniente paralizar esta relación personal y afectiva entre ambos durante un periodo de 365 días. Tercero: que durante este periodo Jose Luis Ruiz Gutiérrez y Ana Belén Pérez Sanz no mantendrán ninguna relación entre ellos, procediéndose a una incomunicación y distanciamiento total, incluyendo las vías telefónicas, telemáticas, documentales y postales, o cualquiera otra. Cuarta:  que esta incomunicación y distanciamiento no será interrumpido bajo ninguna causa, incluyéndose de manera expresa las enfermedades  o dificultades personales y familiares que aconteciesen a Jose Luis Ruiz Gutiérrez o Ana Belén Pérez Sanz. Quinta: que durante ese periodo de distanciamiento, Jose Luis Ruiz Gutiérrez y Ana Belén Pérez Sanz no mantendrán relaciones de noviazgo ni similares con terceras personas, tampoco relaciones sexuales de cualquier tipo. Sexta: que Jose Luis Ruiz Gutiérrez y Ana Belén Pérez Sanz , las personas firmantes de este documento, volverán a encontrarse en la cafetería del hotel Ozoe, en la fecha del 11.11.2022, a las 18 horas. Y lo firman.


5 de octubre.

Y cogimos el coche para irnos a dormir porque teníamos sueño. Ya no éramos aquellos chavales jóvenes que permanecían las noches del fin de semana sin dormir. Sólo eran las once, y salíamos del restaurante, de cenar. “Un lazo rojo, un agujero” de Coque Malla cantaba en el coche mientras recorríamos las calles de Santander en dirección a nuestro piso en la calle Floranes. Tercero B. Sentí la emoción por tu beso en la mejilla a la altura del paseo de Pereda. Cruzamos el último autobús y sentí la humedad de la bahía rozando el infinito de mi sensible fragilidad. Con las ventanillas abiertas al aire del otoño, el Cantábrico, siempre el mar Cantábrico. “Eres guapa, eres rubia, inteligente, pero hay algo en ti que yo nunca me acabo de creer…” cantaba la canción, te canté. Miraste el móvil, escribiste un whatsapp. Aquella noche de viernes sentía nostalgia, tristeza y madurez. Te acaricié la mano a la altura de la calle San Fernando. “Ya que pones cara interesante, dime cosas al oído por favor” cantaba la canción, te canté.. Las noches tiernas tienen un sabor especial, el delicado equilibrio: fisuras, fracturas, emociones, también estupidez. “¿Estas bien Ana?” te pregunté. Respondiste vagamente que sí. Y ya luego aparcamos el coche, en la plaza 323. Y ya luego subimos en el ascensor. Y ya luego dejé mis zapatillas verdes junto a la puerta,  y me desvestí y me vestí con la ropa de estar en casa. Y ya luego encendí el televisor frente al sofá. Me detuve en La Sexta, Gloria Serra, Equipo de Investigación, otro suceso criminal. Tú te pusiste a estudiar para tu concurso-oposición.


13 de setiembre

Bajamos al garaje y nos metimos en el coche las cuatro, conducía Isabel. Locas guerreras noctambulas, porque eran las tres de la madrugada. “Que conduzca Isabel, que solo ha bebido colas insípidas”. Entrábamos a la autopista, dirección, allí, Iván Ferreiro cantaba “Cena recalentada”, de Golpes Bajos, por los altavoces del vehículo, verde. Improvisado plan de viernes, ir, para amanecer allí. Marta se reía, los efectos de más de tres cañas, con alcohol. Sonaba “Fiesta de los maniquíes” y nos agitamos con frenesí. Alocadas mujeres maduras que juegan a ser adolescentes en noche viernes. Pero bien. “¡Vamos al mar!” a modo de road movie. Casi nos matamos al adelantar a un camión noctambulo a la altura de Montorio. Pasamos por el Aguilar de Campo de las galletas. Cantábamos bobas, “Años 80”, ya en Mataporquera, “no te echaré de menos en setiembre”. Y tuvimos que parar, yo necesitaba vomitar. Y así fue, muy cerca de Reinosa. Íbamos al piso de Carmén. Carretera con curvas, pero después, el mar. Llegó. Vimos amanecer desde la arena de la playa de La Magdalena, Santander y el Cantábrico para burgalesas sin mar. Desayunamos en el café Español, en la plaza de las estaciones. A las once nos fuimos a dormir. Nos despertamos a las tres. Comimos paella y volvimos a la playa, y luego mar, y nos olvidamos que pasaría el sábado. Pasó. Y volvimos el domingo.


12 de setiembre.

Después subimos a tomar un cafe al hotel, bajamos a la playa del Sardinero, paseamos por la Magdalena, la bahia, y terminamos comiendo en el lugar especial que yo había elegido. Al salir del local comenzó a llover, frio no hacia. Ella volvió a decirme que le encantaban mis escritos, yo volví a decirle que me encantaban sus dibujos. Luego la acompañe hasta la estación porque su autobús a Oviedo salia a las cinco. Me quedé con las ganas, y antes de marcharse me habló de Iván su marido, y de Francisco y Javier, sus hijos. El orden de factores si altera el producto, no es lo mismo saber de su familia a las once de la mañana, que saberlo a las 16,44. No es lo mismo desayunar paella, que tomarla en el postre. Cuando el bus arrancó para llevarsela, yo hice las compras en el Mercadona de la calle Castilla, las dejé en mi piso de la calle Hermida, y baje para tomar dos cortos de cerveza que luego fueron once. Cuando llegue a casa a las doce recorde el itinerario de mi cita sin postre con Yolanda. “¡Volveremos a vernos!” fueron sus ultimas palabras. “Ya estoy en casa”, me escribió al llegar.


11 de setiembre.

Para saltar de la cama hoy, Jorge eligió el “Let´s dance” de David Bowie. “Porque los días lluviosos cruje nuestra fragilidad”, pensó. Para fregar los cacharros de la cocina después de comer, eligio “China Girl”. Y para hacer honor a esta canción dedicó el día a visitar las tiendas chinas de Santander. Para las patologías del desarrollo sicoemocional, encontrar pretextos con los que adornar y entretener una tarde de lunes, en invierno, para inventar un hilo de pensamiento obsesivo, es suficiente. Comenzó su ruta de tiendas desde la calle de su piso, Floranes, y para que la tarde fuese inspiradora, se acompañó de todos los discos de Bowie. Sonaba por los auriculares  “Under presure” y obtuvo un orgasmo sonoro similar al de Juanmael día aquel. Es lo que tiene. Los divergentes se pierden en cadenas de ideas, emociones, pensamientos, canciones, momentos. Para Jorge recorrer las tiendas chinas de Santander y recrearse entre toda clase de artículos de finalidades, tamaños, colores y formas, conformaba el sentido pleno de la tarde que murió Bowie. Escuchaba repetidamente “Modern Love” y callejeaba por los establecimientos del barrio Castilla-La Hermida. Escuchaba ansiosamente “Dancing in the streets”haciendo el trayecto entre las calles Guevara-Santa Lucia. Fue un día de muchos kilómetros hasta regresar cansado haciendo el paseo del General Dávila. Para cocinar la cena, Jorge eligió “Rebel Rebel“. Lo que es la vida, pensó Jorge, “me gusta Bowie y  yo sin saberlo hasta hoy”.


5 de setiembre.

Tal vez no me recuerdas, yo a ti si, hicimos juntos el curso de verano en Santander, en La Magdalena, en la universidad Menendez Pelayo: “Gestión de procedimientos complejos en escenarios de crisis: funcionalidades avanzadas para dispositivos AF-400”. De lunes a viernes, coincidimos en el mismo hotel, también en la cafeteria para desayunar. El año pasado. Te pedi el correo-e. y me lo diste, y te envié la copia en formato electronico de mi tesis doctoral: “1975-2015, inventario y parametros resolutivos en las situaciones de crisis del gobierno de España”. Te he enviado varios correos pero no me has respondido. La dirección de tu correo-e. es correcta, la que aparece en tu tarjeta, y no me han llegado devueltos. He seguido pensando mucho en lo que comentaste en la lección cuarta, el martes por la tarde, sobre que es conveniente utilizar los fondos reservados para comprar voluntades, siempre que sea posible y conveniente para el bien general. Yo te deseo mucho, te recuerdo con tu pantalón azul cielo, y tu blusa blanca y tus labios pintados de carmin intenso. En cualquier caso queria preguntarte si sigues trabajando como investigadora en el laboratorio de geoestrategia contemporanea de la Universidad. Yo llevo tres meses en el paro, me despidieron sin motivos. Estoy escribiendo un libro sobre la Agenda 2030, objetivos de desarrollo sostenible y confluencia de agentes para la articulación de intervenciones significativas. Espero que te llegue esta carta. Hablamos. 


23 de agosto.

Fuiste con los críos a buscarme a la estación de autobuses, me llevaste la palmera de chocolate, la de nuestra pastelería preferida, la de nuestra calle. Yo volvía a Santander, en el autobús de Alsa, después de una semana en Madrid por asuntos de facturaciones, de cuentas, de estrategias, operativas, y todas aquellas cosas de empresa.Era viernes, ya las 8,30, cansado y aburrido, con ganas de volver a casa, y de perder el tiempo en todas las estupideces irracionales que dan sentido a nuestras vidas. Hice el viaje en el bus con tu selección de canción indies, muchas de ellas cargadas de fotografías mentales con recuerdos nuestros. Debería haber revisado tres documentos con nuevas instrucciones, y contestado nueve correos, pero no, preferí entretenerme mentalmente, harto de las preocupaciones de empresa. Salíamos de Torrelavega, ya muy pronto Santander, no esperaba que estuvieseis en la estación, y porque “Sidonie” cantaba “Siglo XX”por mis auriculares, sonreí porque tú y yo estuvimos en Valladolid, en su concierto del Intro Music festival, y porque cantan “este lugar no esta hecho para mi”, volví al bucle de vueltas, vueltas y mas vueltas”, agitado y perverso, convulso, enfadado y frágil, preocupado, en una mas de esas zozobras que a veces nos turban, complejo. El autobús completo, rápido, cómodo, el viaje elegante. Mi maleta, la roja, en el maletero. Las 8.30, Santander, entrando en la estación, cumpliendo el horario previsto. Decidido pero sin prisa, no me asalvajé para la bajada. En mis planes, caminando, llegar en quince minutos hasta nuestro portal. Arrastraba mi maleta con fuerza, desde el maletero, y al volverme os vi a los tres.


22 de agosto.

Era lunes y vino a buscarme a la salida de mis clases de ingles. Yo salía embobada por las dos horas de abducción idiomática, idiotizada por el coctel de verbos, vocabulario y otras construcciones anglosajonas. Eran las ocho y 3, yo salía pensando comprarme unas gominolas en el Chuches Guay de la esquina, para sobreponerme con una sobredosis de azúcar a tanta confusión lingüística y llegarme a casa para tirarme en el sofá viéndome un par de episodios de “Sexo en Nueva York”, tres quizás, puede que cuatro. Me encontraba aquellos días ensayando mi nuevo personaje que quería ser una suma optimizada de Carrie, Samantha, Charlotte y Miranda. Para mi sorpresa, a la salida del local de la lengua, ese jueves, Hilario esperándome en la puerta, sin concertar encuentro o cita previa. Yo antes de aquel lunes me había acostado con Hilario cuatro veces y media, y mas porque a veces hay domingos sin plan y en algo tienes que pasar la tarde, pero no por que él llamase la atención por ninguno de sus encantos. Allí estaba Hilario, y aunque sorprendida por su presencia, y aun atolondrada por las conjugaciones y las construcciones gramaticales, rápida que soy, me pareció adecuado para compensar las frustraciones de un día de rutinas y obligaciones, como sustitutivo de las gominolas, y para protagonizar uno, dos o tres episodios de “Sexo en Santander”. Porque Hilario es librero, te diré que venia a regalarme un libro, te diré que nos tomamos cuatro cervezas en el Anderu, te diré que terminamos en mi casa, tal  como quise que fuera. No tengo ni idea que ocurrió esa noche con un Hilario divertido, tierno y muy encantador. Entrabamos en el portal de mi casa, y comenzó a cantar “Mi gran noche” por Raphael. Jugueteábamos sobre el edredón rosa, y se detuvo para cantarme, “Como yo te amo” por Rocío Jurado. Finalizámos los episodios, y mientras preparaba la cena, me cantó “Me gusta mi novia”por Manolo Escobar. Y novios somos, desde la semana siguiente.


2 de agosto.

Coincidimos cuatro veces en el Anderu café . Los cuatro días con tus pantalones cortos. El lunes, azul cielo. El martes, rojo pasión. El miércoles, verde manzana fresca, de las que a mi me gustan. Y el jueves, rosa, cómo las tartas de fresa en mis cumpleaños infantiles. Los cuatro días, con cuatro camisetas blancas, y sus tres fotografías. El día 1, Santander. El día 2, Ávila. El día 3, Zamora. El día 4, Valladolid. Tú y yo, todos los días, en el mismo horario. Te vigile, de manera solvente, desde la mesa próxima. Y digo de manera solvente porque no me descubriste, porque nuestras miradas no se cruzaron. El lunes me llamaste la atención por tu forma de moverte y actuar. Por tu lectura detenida del periódico. Por tus jugueteos con el móvil. Por tus rarezas. El martes me pareciste muy interesante. El miércoles me sedujeron tus pequeños gestos. El jueves me propuse conocerte. Todos los días me pregunté por el color de tu ropa interior. ¿Slip o bóxer blancos? ¿Conjuntado en azul cielo, rojo, verde manzana, rosa? ¿Negros? Siempre sin calcetines.  Día uno, zapatillas negras. Día 2, zapatillas rojas. Día 3, zapatillas verdes, como las bolsitas de los Chaskis. Día 4, zapatillas negras.  El jueves de la semana pasada me propuse conocerte, ha pasado una semana desde entonces y no hemos vuelto a coincidir. Yo sigo haciendo el mismo horario.


30 de julio.

Él vive en la calle Floranes de Santander. Tiene dos hijos, la mayor de 14, el pequeño de 11. Los tiene porque era lo que había que hacer, no porque dedicase ni un minuto a analizar las obligaciones no económicas derivadas de la procreación. Su esposa era y es consentidora con lo de los hijos y en todo lo demás, sus padres la prepararon para atender, cuidar y dedicarse a las tareas propias de su feminidad. Ella es feliz, a la manera que la enseñaron, satisfecha de gestionar eficaz, eficiente y alegre, lo que a ella le corresponde. Narciso no es un mal tipo, ausente de padre, su madre le enseñó modales y respeto, también  varonil autoridad, le instruyó para identificar su cartilla de derechos y obligaciones familiares y hogareñas. Respondiendo a una adecuada crianza ha logrado una buena nómina, con su cuadrilla de amigos regular práctica habitualmente tardes de vinos, también en el Anderu café, ayuda a poner la mesa, a transportar las compras, reparar las averías y ser contraste en los asuntos domésticos, conduce un fantástico vehículo de alma gama, es del Real Madrid, defensor de las buenas costumbres, amante de la gastronomía. Narciso no es un mal tipo, y han construido una familia estable, de ritmos y formas tranquilas, como tiene que ser.


29 de julio.

Te confesaré, aunque no conviene contar estas cosas en los lugares públicos digitales, vivimos en uno de los portales de esta plaza. Desde hace seis años, cuatro meses después de nacer la pequeña. A la semana siguiente de llegar nos llamaron la atención, los del cuarto por subir con los perros en el ascensor, los del primero porque “la canija” no dejaba de llorar, y la vecina de enfrente porque mi mujer que volvió muy sensible del hospital no dejaba de llorar escuchando a un volumen salvaje las canciones de Alejandro Sanz.  Recuerdo, como si fuera hoy, que ella escuchaba  “Se le apago de luz”,  lagrimando “a moco tendido”, y yo negociando con la estúpida del rellano que daríamos fin a su molesta preocupación. No me agrada reconocerte que ayer nos denunció la del sexto porque dice que se  escucha un poco alta nuestra televisión,  y son habituales las notas con comentarios destructivos, algunos soeces, en el buzón. Dice la mayor que la miran raro en el portal. “A lo mejor lo merecemos”, canta Alejandro, y yo me pregunto si no tienen otros motivos para andar enredando. Que se quejen por las putas pensiones de mierda que tienen. Que se queje de que lleva tres meses esperando para la puta operación. Que se queje de ese marido chulo que tiene, de la subida de la luz, del hijo macarra que les ha salido y que va por ahí intimidando a los pequeñajos. Que se queje de que su mujer es una pesada que no deja de darle a la lengua y de aburrir al vecindario y además es una chismosa. Que se quejen del mundo que están dejando a sus hijos y no de si se nos caen muchas veces las bragas y los calcetines al patio.



4 de marzo.

Subimos a la habitación 372 del hotel Ozoe Santander. En el ascensor tú seguías cantando “Hotel, dulce hotel”,de Sabina, porque lo escuchaste con la infusión y el ron que nos tomamos, después de cenar, en el Anderu café. Abrí la puerta con la tarjeta electrónica . Yo quería mas fiesta en la habitación, tú querías dormir. Yo pensé que para dos días que dejábamos a los críos con tus padres, eso de dormir no era el mejor plan. Sobre tu mesilla de noche,  tu lado izquierdo de la cama, la botella de medio litro de agua, “Solan de Cabras”. En la mía, la botella de litro, “Cabreiroa”. Te pusiste el pijama rosa que por Reyes te regalé, pero aquello no se parecía en nada a la canción de Sabina que cantabas. Allí no había ninguna “habitación con vistas a tu piel” como susurra su letra. “Inés” dije tu nombre, pero no me sentiste, y te dispusiste a dormir. “Buenas noches Ramón”, contestasté tú. La banda sonora del amor de otros, llegaba de fondo, desde aquella lejana habitación. Repase mentalmente la letra de la canción de Joaquín. “No es que no quiera es que no quiero querer”. No es que estuviese interesado, pero me entretuve con la televisión y su centenar de canales: películas, series, informativos y noticias, documentales, anuncios, videos musicales,….